¿Quién no ha ido alguna vez a un pub
irlandés con los amigos a tomar unas cervezas y pasar un buen rato, o ha
celebrado San Patrick’s day? Pero mucho mejor sería hacerlo en Dublín, capital de
Irlanda y encantadora ciudad que rebosa alegría. Su emblema es el trébol de 3
hojas y su bebida, por supuesto, la cerveza. Su población es de 1.110.614
habitantes y como segundo idioma después del inglés, el gaélico.
El río Liffey pasa por medio de la ciudad,
haciendo necesario el uso de puentes para conectar ambas partes. Los dos más
famosos son el llamado Ha’Penny porque había que pagar por cruzarlo medio
penique (half penny), y el puente O´Connell, que es más ancho que largo.
La calle peatonal Grafton Street cuenta con
elegantes fachadas y es la más famosa para hacer compras o comer, animada con
música de artistas callejeros. Al final de la calle se encuentra la estatua de
Molly Malone, famosa vendedora de marisco de día y prostituta de noche del siglo
XVII, a la cual se le canta el himno no oficial “Cockles and Mussels”.
El punto de encuentro en la
concurrida calle O’Connell es el Spire, un obelisco en forma de aguja de 120
metros construido en 2003, en donde antes se encontraba el monumento a Nelson.
En esta misma calle encontramos el edificio de la Oficina Central de Correos,
considerado de los más bonitos y donde se proclamó la República de Irlanda tras
la sublevación de 1916.
Dublín cuenta con 3 catedrales, St
Mary’s pro, Christ Church, y St. Patrick’s. Las dos últimas pertenecientes a la
Iglesia de Irlanda (protestantes). Christ church es la más antigua, data de
1038 cuando sólo era un pequeño templo de madera y en 1172 comenzó la
construcción en piedra, un proceso que duró hasta el siglo XIII. Bajo ella se
encuentra la cripta del siglo XII, reconvertida en cafetería. La catedral de
San Patricio se erigió en honor al Santo y patrón de Irlanda. Se sitúa junto al pozo en el que
el Santo bautizaba a los conversos sobre el año 450. Tras muchos derrumbes,
incendios, saqueos y abandonos del templo, fue restaurado en 1860 por el
maestro cervecero Sir Benjamin Guinness.
La universidad Trinity College de
Dublín es la universidad más antigua de Irlanda y una de las más famosas del
mundo. Fue fundada en 1592 por la reina Isabel I. Se sitúa en pleno corazón de
la ciudad y el campus ocupa una superficie de 190.000 metros cuadrados, sobre
un antiguo monasterio agustino. Su biblioteca posee la mayor colección de
libros y manuscritos de Irlanda, unos 3 millones de ejemplares.
Custom House es el edificio de estilo neoclásico construido en el siglo XVIII a
orillas del río Liffey, que sirvió como sede de aduanas. Desde su
restauración en 1991 tras sufrir un incendio, sirve como sede del Ministerio de
Medio Ambiente. Su foto desde la orilla contraria es imprescindible.
La zona donde salir por las noches es
Temple Bar, el animado barrio de pubs donde disfrutar de cervezas, música en
directo o deportes, el más seguido en Irlanda, el rugby.
El verdor que salpica toda Irlanda gracias a su clima lluvioso, podemos verlo también en los parques que se encuentran en la ciudad. El más grande, Phoenix Park, abarca 700 hectáreas y es el parque urbano más grande de Europa. Además de servir de pulmón a Dublín, permite paseos agradables, visitar el zoo, las zonas boscosas y encontrarnos con los ciervos que allí viven dentro de la reserva. En pleno centro, al lado de la calle Grafton se encuentra uno de los parques más bellos y antiguos, el St. Stephens Green. Cuenta con un lago habitado por cisnes y gaviotas, y una zona habilitada para ciegos con plantas aromáticas etiquetadas en braille. El último parque es el Merrion Square, situado entre edificios de gran interés arquitectónico e histórico, como el Senado, las casas del Gobierno, la Galería nacional, Museo de Historia Nacional, etc. Se erigió dentro de él un monumento a Oscar Wilde, conocido poeta y escritor dublinés.
Si alguna vez habéis probado la
cerveza Guinness, no tenéis que perderos cómo la fabrican en el Guinness
Storehouse, construido en 1904, y que abrió sus puertas al público en 2000 para
mostrar su proceso de elaboración y su exposición de la historia de esta mítica
marca irlandesa. El edificio tiene forma de enorme pinta de cerveza, y en lo
más alto se encuentra el mirador donde disfrutar de las vistas de Dublín
refrescándonos con una buena pinta de cerveza negra.
Pero si sois más de whiskey, podéis
visitar la antigua destilería Jameson, fundada en 1780. Durante 200 años se
llevó a cabo en ella la producción de este whiskey irlandés, y ahora sirve como
museo de la marca. Por supuesto también ofrece momento de degustación al final
de la visita.
Si después de tanta degustación de
alcohol os ha entrado hambre, nada mejor que comer el plato típico irlandés, el
Irish Stew, que es un estofado de cordero y verduras, ¡exquisito! Y de postre
un buen café irlandés, compuesto por café, whiskey irlandés, azúcar y nata. En
la calle Grafton se puede probar en una de las cafeterías más míticas, el
Bewley’s Oriental Café que data de 1840.
A pocos kilómetros de Dublín se encuentra el pueblo de Malahide.
Resulta encantador caminar por este pequeño pueblo costero, recorrer sus calles
y ver el mar, o parar por sus pubs y cafeterías. El pueblo da nombre al
castillo que se encuentra más al este, dentro de un enorme parque forestal. Perteneció
a la familia Talbot hasta 1976 y según cuenta la leyenda está habitado por un
fantasma.
Dónde Dormir:
- Hampton Hotel ****: Situado a 15 minutos andando del centro y con parada de autobús en la puerta, en la zona residencial de Dublín, de estilo moderno.